jueves, 24 de octubre de 2013

Agujeros negros

Últimamente he tenido algún que otro roce con ciertas personas que me han hecho reflexionar sobre un problema que tiene bastante gente hoy en día. El llamar la atención cada vez se ve más y más a nuestro alrededor, personas que se piensan que solo teniendo problemas van a conseguir tener importancia dentro de un grupo de gente. Son los típicos a los que yo llamo agujeros negros porque su existencia se basa en chupar la energía de los demás, que intentan ayudarles, cuando ni siquiera ellos mismos intentan hacer algo por su situación, excepto seguir creando problemas, sacando montañas de granitos de arena. Y la verdad es que a mí nunca me ha molestado escuchar a nadie, ni dedicar de mi tiempo para intentar encontrar soluciones, pero si una persona se pasa meses enteros con un problema nuevo cada día, todos muy parecidos, y encima ves que te deja a ti sola con la responsabilidad de resolverlos pues… lo quieras o no, te acabas cansando.
Y ojo, no estoy diciendo que no se deban contar los problemas a lo demás, ni tampoco que uno no pueda pasar una racha de dificultades continuas. Pero hay que saber hasta que punto llegar con estas cosas, porque las demás personas también tienen preocupaciones. Porque muchos de estos individuos pueden pasarse horas hablando de su triste vida, pero cuando llega la hora de escuchar a los demás son los que huyen primero, o bien literalmente o bien sacando más y más problemas.

Con esto quiero que reflexionéis mirándoos cada uno a sí mismo. ¿Haces algo por tu situación cuando estás mal o simplemente dejas que a los demás se les ocurra cómo arreglarlo? No estoy aquí para juzgar, porque yo soy la primera que ha sido así, yo me he pasado épocas sacando verdaderas montañas de nimiedades y al final acabas mal tú porque te lo crees y haces daño a los que están a tu alrededor. 

jueves, 17 de octubre de 2013

¿Por qué...?

Muchas veces al mirar atrás en nuestra vida y ponernos a pensar tiempo después en las diferentes cosas que hemos pasado surgen muchos por qué. Nos preguntamos cómo algo que parecía claro cambió de un momento a otro drásticamente, cómo es que se rompieron esos sueños y esa esperanza.
Lo peor es que muchas de esas cosas no tienen respuesta, simplemente pasaron. Y entonces nos ofuscamos intentando encontrarla porque nos negamos a dejarlo, queremos entender antes de seguir adelante.
Quizás nunca os haya pasado esto y os suene raro. Yo estoy segura de que este es uno de mis mayores fallos (uno de tantos), algo en lo que cojeo bastante. Siempre me ha costado ser capaz de pasar página sin entender por qué algo ha cambiado. Que, vamos a ver, saber las cosas está bien, eso no lo pongo en duda, pero a veces esas respuestas no están en nuestras manos. Puede ser que haya surgido una enfermedad, que alguien cercano muera, que hayamos perdido un amigo o que nos hayan abandonado… ¿Y a quién pedir entonces una explicación? ¿Dónde buscar eso que nos falta? A estas situaciones son a las que me refiero.
Y escribo sobre ello porque es algo que estoy viviendo. Me surgen preguntas a cada paso que doy, miro atrás en mi vida y lo que más destaca son esas situaciones sin sentido, esos cambios bruscos de rumbo y la única solución que viene a mi mente es pensar que fue mi culpa, que hice algo mal pero como tampoco sé el qué me desespero más. He pasado horas llorando por esto, queriendo entender esos momentos de mi vida en que todo iba bien y de repente se desmoronaron. Son cosas que he aceptado, y a la larga siempre me doy cuenta de que era lo mejor pero… ¿por qué? La pregunta siempre me persigue, y me perseguirá hasta que consiga vivir con ello y aprenda a no culparme de las cosas que no logro comprender. Y sé que me costará y que quizás todavía me queda mucho que llorar por esto.

Lo que quiero es que penséis en esto, que en ocasiones no hay respuestas, a veces ni siquiera la gente que nos daña las tiene y no por esto debemos atrancarnos. Es difícil salir adelante sin entender, yo lo sé, pero en circunstancias así es mejor pasar página y aceptar las cosas sin darle tantas vueltas. Y quizás cuando pase el tiempo algunas respuestas llegarán y otras no…

martes, 15 de octubre de 2013

Anorexia (otra vez)

Hoy estoy con los vídeos por lo que se ve, y he encontrado uno que me ha tocado muchísimo el corazón así que si tenéis una hora podéis aprovecharla viéndolo, que os aseguro que merece la pena. Da muchísimo que pensar y para mí por lo menos es una gran ayuda. Ya sé que he tocado este tema antes, y seguro que volveré a tocar otra vez porque es algo que considero muy importante. Ahí lo tenéis:

http://www.youtube.com/watch?v=ZGiU1IGmp4Q

Into the west

Bueno, pues hoy os traigo algo más tranquilito, no tanto de darle al coco. Es una canción de la banda sonora del Señor de los Anillos, una de mis películas preferidas. Me encanta muchísimo porque es como una nana y si escucháis la letra podréis ver lo preciosa que es. También cabe decir que he llorado mucho con ella, pero son de estas lágrimas de desahogo, como si al escucharla se fuesen escurriendo los problemas, te acuna y acabas durmiéndote en los brazos de la melodía. A mí es una canción que me tranquiliza mucho y por eso quiero compartirla con vosotros. Espero que os guste tanto como a mí :)

http://www.youtube.com/watch?v=QMienDSyiAI

viernes, 11 de octubre de 2013

Hola de nuevo ;) Hoy, para empezar con buen pie el fin de semana os traigo algo tierno, para que os suba un poquito el azúcar, que no es malo algo de romanticismo de vez en cuando :)

Salió al balcón y observó el mar. Podía ver el sol asomando por el horizonte mientras escuchaba el murmullo de las olas llegando a la orilla. Estuvo un rato con la mirada perdida en el paisaje. Era lo bueno de aquella pequeña casa, situada en un lugar donde podía relajarse sin que le molestara el constante ajetreo de la ciudad. Sintió algo a sus pies. Un gato blanco, ya entrado en años paseó entre sus piernas hasta dar con un buen lugar en el que recostarse, sobre su zapatilla. Sonrió mientras lo observaba tan calmado, recordando todas las travesuras que aquel animal había hecho a lo largo de su vida. Y ahora la edad lo había convertido en un ser tranquilo y silencioso, su gran compañero, su mejor amigo.
Se giró hacia la habitación con la sonrisa todavía en los labios. Allí en la cama, entre las sábanas revueltas estaba ella, el gran amor de su vida. Incluso así, con el pelo desordenado y el rostro sin maquillar, le parecía la mujer más hermosa del mundo. Era ella la que tiempo atrás había conquistado su corazón, y tenía la certeza de que nunca más estaría solo, porque ella le acompañaba. Se acercó y se sentó a su lado procurando no despertarla, a su mente acudió de pronto el recuerdo del día que se conocieron. Miró atrás y se dio cuenta de que la vida había dado muchas vueltas, y que aquel joven que era había crecido, había madurado y había experimentado cosas que nunca hubiera imaginado. En verdad le gustaba no haber sabido qué iba a ser de su futuro, si alguien se lo hubiese contado no habría podido disfrutar de todas las sorpresas que poco a poco habían ido apareciendo a lo largo del camino.
No se había dado cuenta de que mientras pensaba ella había abierto los ojos y le observaba. Le cogió la mano y él la miró de nuevo.
-         ¿En qué piensas?
Él sonrió y respondió.
-         En que te quiero.


miércoles, 9 de octubre de 2013

Azul

Corres. Corro. Corre. Corremos. Perdida en un laberinto sin salida. Algo la persigue y lo sabe, por eso huye. Puede ser el miedo o puede no serlo, siente que debe escapar y eso hace. El suelo a veces es liso, otras veces rugoso, a veces fluido, otras sólido. Pero el color siempre es el mismo. Azul. A juego con sus calcetines, que le llegan por encima de las rodillas, a rallas violetas y azules. Provocativo, dicen algunos, infantil, piensan otros. No importa. Ahora solo hay que correr, distanciarse lo máximo posible de él (o ella, el género en algunas cosas es irrelevante) Podría decirse que en este momento los pasillos son agradables, el color es el mismo, pero cambia, es acogedor, por lo menos a mí me lo parece. Ha parado de correr, no está cansada, pero han dejado de escucharse los pasos pesados a sus espaldas. Está tranquila, aunque no a salvo, y lo sabe, mas ahora prefiere no prestarle atención.
Tiene miedo pero no se nota, ahora está sola, no se puede permitir derrumbarse porque si lo hace ya no habrá salida y volverán los pasos, esta vez más rápidos, más fuertes, más invencibles. Sabe que no hay nadie que vaya a levantarla, ni ayudarla, ni frenar los pasos, o por lo menos quiere creerlo así. "Quizás la soledad no es tan mala como dicen, quizás es buena como compañera". Miente. Tiene miedo a ser dañada, al juicio de los demás sobre su persona. Pero ahora eso no importa, no hay nadie, solo ella. Ella y los pasos. Los pasos. Han vuelto. El tono azul va cambiando. Ya no es pálido, como el horizonte marítimo en una tarde invierno. Caen pequeños trozos hexagonales del techo y las paredes, dejando ver un azul oscuro, que acaba con casi la totalidad de la claridad. Se ha quedado paralizada, no por el miedo, sino porque algo le impide huir. Los pasos la llaman, susurran su nombre, o ella lo escucha. Cada vez suenan más fuertes, más cercanos. Todo tiembla, se notan breves variaciones en el color debido a ello. Extiende las manos a los lados, rozando con los dedos la pared, que se ha vuelto rugosa, casi hiriente al tacto. Pero ella no lo nota, o no quiere notarlo, por lo que sigue apoyando las manos, cada vez con más fuerza. Comienza a avanzar lentamente por el pasillo, que se hace más estrecho. Las protuberancias  de la pared se han incrustado en su piel, la sangre comienza a salir resbalándose hacia abajo, pero no está caliente, es fría, porque ella lo quiere así. Todo se estremece con tanta violencia que cae al suelo, donde queda sentada de rodillas, con un pie a cada lado. Los pasos no han parado, son tan fuertes que no se oyen, no se escuchan. Solo se sabe que continúan por las vibraciones violentas que producen. Ya ha caído el último hexágono azul pálido. Ahora a única claridad que hay es la que desprenden desde el suelo esos pedacitos de pared, que se van apagando lentamente. Ha comenzado a llover. No hay nubes y la lluvia no sale del techo. Simplemente llueve, y ya está. Aún así la sangre de la pared permanece, y allí seguirá siempre, aunque el azul cambie, o varíe la forma. Quedará donde está, porque es su lugar, porque existe. Mira sus manos, heridas pero limpias, no hay sangre en ellas, así debe ser, el agua se la ha llevado.
Ahora los pasos están sobre ella, la envuelven como la lluvia. Cierra los ojos, y todavía con las manos abiertas, sobre los muslos, mirando hacia arriba, dejando que las heridas beban del agua, levanta la cabeza, hacia la lluvia. De repente tiene ganas de gritar, siente furia y quiere descargarla así que abre la boca, los pasos han cesado. Nada tiembla, el agua que cae no suena. Entonces es cuando se escucha el grito. Un sonido desgarrador, hiriente, lleno de sentimiento. Nota como su garganta se rasga, pero no le importa, el dolor la calma. Se ha quedado sin aliento, tampoco importa. Cierra la boca y abre los ojos. Sonríe mientras vuelve a tomar aire, huele a tierra mojada, aunque no haya tierra por ninguna parte. Le gusta la lluvia, le gusta ese olor. Entonces su voz vuelve a elevarse por encima de todo y otro grito, esta vez más fuerte que el anterior hace que se estremezca el cúmulo de pasillos desordenados. Esta vez dura más. Descarga con él toda su ira, su frustración y sus temores. Cuando se le acaba el aire vuelve a abrir los ojos. La lluvia cesa, la pared comienza de nuevo a cambiar a un tono más claro, de forma que parece ir amaneciendo. Pero ella sigue en el suelo, sonriendo de forma inquietante, sin sentido.
Te vas. Me voy. Nos vamos. Ella se queda. Quizás desaparezca, o quizás si volvemos sigue estática, con esa expresión misteriosa. No lo sabremos si no regresamos. Pero no es momento de saberlo. Lo importante es que no tiene sentido quedarse. Hay que avanzar.


No os preocupéis si no entendéis nada, lo cual será lo normal. Es muy caótico y casi sin sentido para alguien que no sea yo. Es algo que escribí hace poco. Quizás alguien se ha sentido así alguna vez. Solo deciros que estas letras dicen más de mí de lo que se pueda pensar. Quizás resulte interesante...

martes, 8 de octubre de 2013

La influencia de la sociedad. Las modas.

Hoy quiero hablaros de nuevo de la influencia de la sociedad, para que os deis cuenta de hasta qué punto llega. Y me voy a centrar en las modas.
Parece que este verano han marcado tendencia los colores vistosos, los fosforescentes. La verdad es que a mí esto me ha hecho muchísima gracia. ¿Por qué? Pues la razón es simple. Imaginaos que pudiésemos viajar en el tiempo, no muy atrás, digamos... tres años. Nos llevamos una de estas camisetas tan peculiares y se la mostramos a alguien que sea una obsesa de ellas en el tiempo real. Estoy prácticamente segura de que si le dijésemos de ponérsela para salir se reiría e incluso tomaría casi como un insulto el ofrecimiento. Voy un poco más allá. La nueva moda esta de raparse media cabeza las chicas, hacerse dilataciones y llevar camisetas de grupos. No puedo evitar que me haga gracia ver a chicas así en mi pueblo. Y que conste, no me estoy burlando, todo esto tiene su motivo. La gente con la que me junto, mi grupo de amigos, siempre ha tenido un estilo parecido, no tan raro a la vista pero sí bastante diferente a lo que se considera normal. Y por tener esos gusto en su forma de vestir y en la música que escuchan ha habido muchísimas burlas, miradas de asco y rechazo, por parte de esas personas que ahora que está de moda lo ven algo guay. Y yo me pregunto ¿en serio? ¿Cómo pueden cambiar sus gustos de la noche a la mañana? ¿Cómo algo que despreciaban ayer, hoy lo ven increíblemente bien? Y no voy a pasar a hablar del drástico cambio de estilo musical o de lo mal que me parece que vistan camisetas de grupos que ni siquiera escuchan.
Estos actos denotan una falta de personalidad enorme. No digo que a uno no pueda agradarle algo nuevo que aparezca porque las cosas nunca son estáticas. Tampoco estoy diciendo que todo el mundo que vista de esa forma no tenga personalidad, ni mucho menos. Solo intento hacer una crítica a ese grupo de personas que se dedican a ridiculizar a otros por su forma de vestir, sus gustos, su música, solo porque no es lo que se lleva, y luego sean tan hipócritas de hacer todo eso suyo porque sea una moda.
Aquí si es hora de mirarnos a nosotros mismos. Porque somos diferentes, tenemos formas de expresar quiénes somos y cómo somos. Y no por eso alguien es mejor o peor. Cada uno tiene su propia forma de ser y eso es lo que nos hace especiales.

lunes, 7 de octubre de 2013

El poder de las miradas...

El otro día tuve que ir a la ciudad y aproveché para dar un paseo y observar a la gente. Yo vivo en un pueblo más o menos grande pero según pude comprobar no tiene ni punto de comparación con la ciudad.
Me entretuve observando a la gente que pasaba a mi lado y me fijé en varias cosas bastante interesantes.
La primera de ellas fue el aislamiento que vi. Casi todo lo que había esas horas era gente joven, de las cuales la mayoría iban con cascos escuchando música, a su bola, en su mundo, como si fuesen en burbujas. Todos andando rápido. No vi ni a una persona que fuese a paso normal, como yo iba, disfrutando del paseo.
Otra cosa que me llamó muchísimo la atención fue el desinterés que mostraban  unos por los otros. No sé si es que soy yo la rara pero normalmente cuando voy por la calle suelo ir mirando a los ojos a la gente con la que me cruzo. Como dicen los ojos son el espejo del alma, no hay mejor lugar donde descubrir verdaderamente a la persona que se esconde tras ese cuerpo. Mirando a los ojos es como conectamos unos con otros, por lo menos según mi opinión. Pues bien, lo que descubrí fue que la gente allí no lo hace. Van andando por la calle como si los demás fuesen algo borroso. Podría contar con los dedos de la mano las personas que respondieron a mi mirada con otra. Entonces me di cuenta de que es verdad eso de que uno se puede sentir solo estando rodeado de gente. Y me dio bastante pena cuando lo pensé. Todos tenemos algo en común, compartimos este planeta y somos de la misma especie. ¿Qué menos que intentar ser conscientes de quien nos rodea? Cada uno de nosotros es un mundo del cual podemos descubrir parte con solo echar una miradita a los ojos. ¿Qué más da si nunca volvemos a ver a esas personas? ¿Nos cuenta tanto regalar una sonrisa? O quizás ni eso, puede que alguien vea en tus ojos el consuelo que necesita, el apoyo... o puede que yo esté soñando demasiado.
Lo único que me gustaría es que meditásemos esto, que dejemos de estar absortos dentro de nosotros mismos, que salgamos a la calle con los ojos bien abiertos y captemos todos los detalles, no solo que seamos conscientes de que existen otras personas, sino todo lo demás que nos rodea. Porque muchas veces las cosas más insignificantes son las más bellas y las más llenas de significado.

miércoles, 2 de octubre de 2013

Otoño...

Bueno, pues aquí estamos de nuevo. Hoy tenía pensado traeros un pequeño relato que estaba escribiendo, pero me he quedado un poco atrancada porque es más largo de lo que tenía pensado hacerlo, luego pensé en dejaros otro que escribí el año pasado pero tengo que buscarlo. Así que he decidido otra cosa. Y os voy a dejar algo que escribí hace una semana. Digamos que es una pequeña reflexión. Así que abrid los corazones y a ver qué sacáis. Espero que lo disfrutéis :)

El otoño había llegado y sus colores lo inundaban todo. Esos tonos cálidos que tanto le llenaban el corazón aparecían en cualquier parte haciendo su vida más llevadera. Había esperado ese paseo por el bosque desde que sabía que las hojas habían empezado a caer, pero hasta ese mismo instante no le surgió la oportunidad. Nada más ver aparecer el primer árbol desde el viejo camino sonrió. Era el momento perfecto para estar allí puesto que los árboles aún conservaban bastantes hojas, desde amarillas a rojas, naranjas y marrones, cada una imperfecta por sí misma pero perfectas en el conjunto formando un bonito cuadro que nunca se cansaba de mirar. Siguió pensando en ellas, iban muriendo y cayendo de los árboles pero aún así no dejaban de ser bellas, incluso en el momento final de su vida útil seguían siendo espléndidas, mostrando otro lado, diferente pero no por ello peor. Esa idea le hizo sonreír de nuevo marcando más las arrugas de su rostro. En cierta forma las personas podían aprender de ellas. No entendía por qué, cuando alguien ya era incapaz de trabajar, cuando cumplía cierta edad ya era apartado, tratado como si hubiese perdido valía, como si ser viejo fuese una enfermedad contagiosa. A nadie le gustaba hablar con ellos ni dedicarles tiempo porque lo consideraban perdido. Siempre le había hecho sentir mal aquello, se sentía rechazada, a veces incluso se había preguntado por qué no había muerto, cuál era ahora el propósito de su vida. Su marido había fallecido años atrás en un accidente y no tenía hijos. Ya no le importaba a nadie. Todo el mundo tenía sus propias cosas en las que pensar, sus ajetreadas y agobiadas vidas que vivir y organizar. Y ninguna persona se había parado a reflexionar y darse cuenta de que tarde o temprano todos iban a envejecer.

martes, 1 de octubre de 2013

¿Eres víctima de violencia de género?

He encontrado un test interesante sobre un tema sobre el que tengo pensado hablar más adelante, así que aquí os lo dejo para que le echéis un vistazo :)

http://www.creartest.com/hacertests-90946-Eres_victima_de_la_violencia_de_genero.php

También ya de paso aprovecho para recomendaros una película increíble que me recomendó hace poco un amigo y que me ha encantado, sobre el mismo tema:

http://www.rtve.es/alacarta/videos/no-estas-sola-sara/estas-sola-sara/637137/

La influencia de la sociedad. El físico.

He estado pensando esta mañana qué tema podía tocar hoy, sobre qué quería escribir y la verdad es que tengo muchísimas cosas en mente, demasiadas ideas que plasmar (lo cual creo que es bueno). Después de darle muchas vueltas me decidí por una de ellas, sobre la que más he escrito y de la que más sé debido,  por desgracia, a mi experiencia personal.
Esta vez no vengo a contaros mi triste historia porque no estoy aquí para dar pena ni para que la gente se compadezca de mí. Solo quiero hacer una crítica para que penséis en lo que os cuento y forméis vuestra propia opinión de ello.

Supongo que todos habremos oído en alguna ocasión eso de que la sociedad nos influencia. Pues bien, hoy vengo a hablar sobre eso mismo. Antes que nada haced una cosa, poned la tele y observad los anuncios. ¿Podéis decirme cuántas chicas veis que no estén delgadas? ¿Cuántos chicos aparecen que no presuman de cuerpazo? Estad todo el tiempo que queráis pero os aseguro que será difícil llegar a contar una cantidad elevada o un porcentaje lo suficientemente alto como para quedaros tranquilos.
Esto no solo son anuncios, aunque no les prestemos atención, esto es información que nos bombardea constantemente. ¿Qué transmiten? La chica perfecta es aquella que está delgada, esbelta y con buen busto. Y el chico ideal es aquel que es todo músculo, al que no se le nota grasa por ningún lado. En esos minutos que duran nos muestran a estas personas sonrientes, parecen seguros de sí mismos, orgullosos de sus cuerpos pero ¿os habéis parado a pensar si esto es verdad? Comprobadlo, podéis investigar sobre la anorexia y daros cuenta de la cantidad de modelos que sufren esta enfermedad, que están acomplejadas aunque los demás las veamos perfectas. Esa es la información que nos llega, nos presentan algo supuestamente idílico y nosotros lo aceptamos sin pensar. ¿Qué nos deja esto? Miles de adolescentes trastornados, inseguros, que odian su cuerpo y se aborrecen a sí mismos. Muchos de ellos ni siquiera han madurado, sólo intentan sentirse bien, encajar en un mundo que los desprecia por no cumplir con un estereotipo que no es normal, ni normal ni sano tanto física como mentalmente. Tienen como fin llegar a ser como esos chicos y chicas sin darse cuenta de que al conseguirlo se sentirán igual, los complejos seguirán persiguiéndoles y aún no se verán perfectos. ¿No me creéis? Una vez más os digo que lo comprobéis. Hay un montón de blogs escritos por estos jóvenes. No los leáis con desprecio tachándolos de locos, intentad sentir el sufrimiento que desprenden, entender la situación que están pasando, qué hay en sus mentes y advertir hasta qué punto es culpa de la influencia social. Impacta ¿verdad?
Y no quiero criticar sólo a los medios de comunicación porque no son los únicos culpables. Nosotros mismos hemos interiorizado esas ideas y muchas personas no dudan en insultar a aquellos que no son perfectos según estos esquemas. ¿Qué nos pasa? ¿Cómo hemos dejado que pase esto? ¿Es que no nos damos cuenta del daño que hacemos?
Dejemos de mirar mal a las personas por su aspecto porque no nos lleva a nada bueno. Tampoco quiero que juzguéis a aquellos que están atrapados por este tipo de trastornos, necesitan ayuda y comprensión, no rechazo. 
Solo quiero haceros pensar, que no aceptéis por las buenas lo que os dan sin decidir si lo queréis o no.

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