martes, 18 de febrero de 2014

Te quiero

Bueno, tras otro tiempo sin poner nada hoy os traigo algo nuevo. Eso sí, no apto para diabéticos porque es demasiado tierno. Es una carta de amor que escribí para un concurso. Y aunque no he ganado me siento ganadora de la satisfacción de escribir algo así. Espero que os guste :P

Qué decirte, si cada vez que te miro, mis ojos te revelan lo que siento. Cómo hablarte, si no existen términos para expresar lo que pienso. Empezaré con sinceridad porque el amor, como tú dices, ante todo debe ser sincero. Quizás bastaría con decir te quiero, pero ¡son tan pocas palabras para declarar lo que llevo dentro! Ni cientos de libros repletos de ellas me valdrían para contar siquiera la mitad. Estoy atado a un lenguaje que me parece escaso pero, a falta de otra cosa, me ceñiré a lo que tengo, sabiendo que lo demás puedes leerlo en mi mirada, en el roce de nuestros dedos y en el calor de nuestros besos.
No cambiaría por nada el observar, cada tarde, cuando apareces por el parque, buscando mis ojos, el ver esa sonrisa tan brillante al encontrarme y al dirigirte hacia mí. Amo ese saltito que das cada dos pasos, mostrando la impaciencia por estar a mi lado. Y después, cuando por fin te hundes entre mis brazos, inspiras profundamente, te ríes y, cerrando los ojos, me dices lo mucho que te gusta mi aroma, volviendo a enterrar tu cara en mi pecho. Entonces rozo tu pelo con mis labios, dejando que sea tu olor el que me inunde a mí porque, aunque dices que no es nada especial, es lo más maravilloso que pudiera existir.
No sabes lo feliz que me hace que me cojas de la mano, el sentir el contraste entre la tuya, que siempre está helada, y el calor de la mía; que te acerques cuando hace frío y te pegues lo máximo posible buscando la calidez de mi cuerpo.
Me gusta ver cómo disfrutas paseando en silencio, observándolo todo a cada paso, luchando para que el viento no te despeine, si bien al rato acabas rindiéndote, dejando tu pelo volar a su favor.
Recuerdo con cariño esas tardes de invierno a la luz de la chimenea, tu cabeza apoyada sobre mí, dejándome acariciar tu pelo sintiendo cómo te estremeces y viendo como, poco a poco, te vas quedando dormida.
Estás preciosa siempre, y te lo seguiré recordando cuando te miras al espejo y frunces el ceño, arrugando la nariz de esa forma tan divertida, aunque luego te quejes y susurres que lo digo por decir.
Soy feliz al verte sonreír y nunca me puedo resistir a ello, porque te brillan los ojos, como dos estrellas iluminando mi vida, y se te forman esos hoyuelos en las mejillas, que tanto me gusta acariciar. Tienes una sonrisa tan bonita, tan sincera… Presente incluso cuando estás triste, dejando la pena arrinconada en tu mirada, oculta a cualquiera que no te conozca del todo.
Me encanta cuando estás haciendo algo concentrada y no te das cuenta de que empiezas a cantar, con esa voz tan dulce que tienes, y cuando te fijas en que sonrío escuchándote paras y te ruborizas por la vergüenza. Cariño, tienes una voz preciosa, que toca el alma, que llega al fondo de mi corazón. Con cada escala que entonas me estremezco, de la delicada belleza que creas con la melodía.
Estás tan hermosa cuando te quedas callada, mirando a ninguna parte, absorta en tus pensamientos, con esa expresión de ausencia, como dice aquel poema de Pablo Neruda que tanto te gusta y que tantas veces me has recitado.
Eres la armonía de mis días turbulentos, como la banda sonora de una película, donde cada nota a piano es capaz de hacerte viajar a lo más lejos. Mi apoyo, mi compañera, mi canción. Siempre dispuesta a regalarme tu tiempo, tu esfuerzo y tu dedicación.
Eres como esa flor en medio del a veces complicado camino de la vida, que hace sonreír al cansado viajero y, con su sola presencia, le da energías para continuar.
Podría seguir hablando horas y horas de lo increíble que eres y lo maravilloso que es tener la suerte de estar a tu lado. En lugar de eso quiero agradecerte lo mucho que has hecho por mí, ese cariño que me das, desde que sale el sol hasta que se esconde y por iluminar mi vida con tu alegría.
En este día quiero que sepas lo importante y lo especial que eres para mí y que no quiero perderte porque eres única. Hoy empieza una nueva etapa, comenzamos un camino juntos y sé que no será siempre fácil. Habrá momentos duros, baches que tendremos que superar, conflictos que resolver... pero que esto no nos amedrente, que los momentos de debilidad y dificultad sirvan para unirnos más, para crecer en una misma dirección en amor y unidad, como uno solo.
Quiero pasar el resto de mis días junto a ti, compartirlo todo contigo, apoyarte en cualquier momento y ser la pieza del puzzle que te complete. Por eso hoy decido adornar tu delicada mano con una alianza eterna, que nos une para siempre, hoy doy este paso porque te quiero, con tus virtudes y tus defectos, porque me haces sentir especial y porque ya no soy capaz de imaginar mi vida sin ti.

0 comentarios:

Publicar un comentario